Cuando Pablo vinó a los Estados Unidos para trabajar en el campo por la primera vez, el se encontró en Virginia rural. Era 1990, y el recuerda su primer ranchero que llevó a Pablo y sus compañeros del trabajo a la tienda para comprarles sobres, cuadernos y plumas para escribir cartas a sus familias. “Cuando terminamos el trabajo y regresamos al campo, escribimos cartas a nuestras familias, algunas veces tres o cuatros cartas por semana” dice Pablo.
Pablo trabajó en los campos de Virginia por 18 años. En el 2009, se le mandó a Carolina del Norte, una experiencia que nunca se olvidará. “El ranchero era violento” se recuerda, “Grito a nosotros, y todos tenían miedo de él.” Era conocimiento común que él tenía una pistola en su camión. Y aunque él nunca amenazó a los trabajadores directamente con la pistola, el mensaje era claro: haz tu trabajo y no te quejas.
En el 2013, se encontró en otro rancho con otro problema. Además de trabajar en el campo, también le encargó manejar la camioneta, llevando a otros trabajadores a varias fincas durante el dia. Después de varias semanas, Pablo se dio cuenta que a él no le estaba pagando por el tiempo cuando manejaba la camioneta. El pedio a un encargado del finca, que hablaba inglés, que le ayudara a comunicarse con el ranchero para pedir el pago por su tiempo de manejo la camioneta. El ranchero se negó a pagar. Sintiendo que no habia otra opción, Pablo siguió manejando la camioneta por el resto de temporada, pero nunca se le pagó por su tiempode manejo. En este rancho, no se le ofrecía trabajo a Pablo el siguiente año, un paso que Pablo está seguro fue a consecuencia de pedir su paga.
Al principio de este ano, durante una visita rutinaria al campo de Pablo, Pablo aprendió que gracias al contrato que tiene FLOC, tenía el derecho para reclamar sus horas robadas del 2013. El hizo una queja, y inmediatamente se afilió al sindicato para ser un miembro de FLOC.
Hace un mes, Pablo ganó su queja, y él y el otro trabajador que manejó la camioneta recibieron miles de dólares en paga adeudada.
Pablo dice que se afilió a la unión porque el quiere que los trabajadores tengan su parte justa de la riqueza de la industria agrícola. “Los rancheros invierten mucho dinero. Pero nosotros somos los que sembramos y cosechamos su dinero. Los rancheros invierten mucho dinero, pero nosotros invertimos mucho tiempo. Merecemos un pago justo.”
Por muchos años, Pablo ha visto rancheros que explotan y silencian a trabajadores en los ranchos donde Pablo ha trabajado, y ahora está decidido a hacer algo para cambiarlo. Trabaja incansablemente para educar a sus compañeros acerca de sus derechos bajo el contrato colectivo, y animando a los trabajadores para hablar cuando se ven que hay injusticias. “Cuando las voces de trabajadores no están escuchadas, cuando dicen que no podemos tener una opinión, quiere decir que nosotros somos esclavos,” dice Pablo. “Los esclavos no tenían ni voz ni voto. Trabajaron y trabajaron, y si se quejaron, les maltrataron.”
Ahora, Pablo es un líder sindical en su rancho. El asistió a su primera reunión sindical donde trabajadores recibieron un entrenamiento de sus derechos bajo el contrato colectivo, y planearon cómo organizar a sus compañeros para que crezca la unión. En la junta, Pablo presentó su caso a mas de 50 trabajadores como un ejemplo de porqué es tan importante tener un sindicato fuerte y manera de hacer quejas. “Yo invito a todos formar parte de la unión y hacer quejas para resolver problemas. Si estamos callados entonces estamos al lado de la persona que nos está maltratando.”