Abel está compartiendo su historia como parte de nuestra sección de “Voces: Somos FLOC / Voces: Somos FLOC” La campaña para destacar las historias de nuestros miembros para recaudar fondos y crear conciencia para apoyar la importante labor organizadora que nuestros miembros están realizando en los campos. Por favor considere hacer una donación hoy para apoyar esta campaña.
Abel al estar cumpliendo 30 años de edad este mes, se puso a pensar acerca de la gran parte de su vida que ha pasado trabajando en los campos. Cada año durante los últimos ocho años, ha viajado a Carolina del Norte desde Tamazunchale, México, para trabajar en el campo de cuatro a seis meses. Todos estos años de trabajo ya le pasaron factura, pero dice que la parte más difícil es sentir que ha perdido una parte muy importante de su vida que podría haber pasado en su casa con su familia. “Este trabajo es muy duro, y se sufre mucho. A veces pienso, ¿qué tipo de vida es ésta? Estamos solos acá, lejos de nuestras familias, extrañando a nuestros hijos. ”
A los 18 años, cuando Abel se graduó de la preparatoria o “High School” , fue a Monterrey a trabajar para H-E-B, una cadena de tiendas similar a WalMart. Su objetivo era ahorrar el dinero suficiente para tramitar su pasaporte, y poder venir a trabajar a los EE.UU. . “No hay trabajo en Tamazunchale,” dice Abel. “Tenía que encontrar otro lugar para ganar dinero.” Su padre, un miembro de FLOC, que ha trabajado en Carolina del Norte desde el 2004, pidió asistencia a FLOC para poder ayudar a Abel con el proceso de contratación, y en el 2008 Abel cruzo por primera vez la frontera para venir a Carolina del Note.
En agosto de ese año, Abel llegó a una granja en Henderson, Carolina del Norte, donde solo él y otros ocho compañeros de trabajo estuvieron a cargo de cosechar todo el tabaco de esa granja a mano. Abel estaba muy nervioso porque nunca había trabajado cosechando tabaco, y dependió de sus compañeros de trabajo para aprender cómo elegir cuidadosamente y de una manera eficiente las hojas de tabaco de una manera correcta, un surco a la vez. Pero al tercer día en el campo, Abel sabía que algo estaba mal. “Cuando nos fuimos al campo ese día, todo mi cuerpo me dolía. Estaba mareado y con náuseas. Le pregunté a mis compañeros que era lo que me estaba pasando, y me dijeron que era de la nicotina en el tabaco. Me dijeron que era normal, que todos los trabajadores nuevos pasan por eso “.
A la mañana siguiente, antes de ir a trabajar, tomó un medicamento para combatir los síntomas, pero solo empeoraron. Alrededor de las 7:00 pm cuando finalmente terminaron el trabajo y volvieron a casa, Abel dice que sentía que todo daba vueltas. Se bañó y tomo leche, lo que algunos trabajadores le dijeron que le ayudaría, pero a el no le ayudo. “Vomite tanto que todo mi cuerpo perdió fuerza. Estaba muy asustado, y comencé a llorar porque no entendía lo que me estaba pasando. Incluso pensé que podría morir. Llamé a mi papá, que estaba trabajando en una granja diferente, y me dijo que todo estaría bien, que todo esto era normal “.
Con el tiempo, Abel dice que su cuerpo se acostumbró a la nicotina y que no sentía los efectos tanto como la primera semana. Después de una traumática experiencia en los campos, tenia miedo de regresar el próximo año. Pero sin ninguna oportunidad de trabajo en su ciudad natal, él dice que su única opción era viajar a los EE.UU. y tratar de ganar lo mas posible durante la temporada. “Decidí que lo que no me mata me hará más fuerte”, dice.
Y sin duda alguna lo ha hecho más fuerte. Durante su tercera temporada en Carolina del Norte, Abel se afilio al sindicato, y se dio cuenta de que era una fuente de fortaleza y apoyo para salir adelante en la temporada de trabajo. “Cuando me afilie sentí como si tuviera a alguien que me apoyaba, como si ya no estuviera tan solo”, recuerda. “Vi la lucha del sindicato que beneficia a todos los que trabajan en los campos. Y vi también que los estadounidenses nos apoyan. A pesar de que ellos no hacen este trabajo, nos estaban apoyando en nuestra lucha por aumentar los salarios, y mejorar las condiciones de vida, más servicios, y cuando tenemos problemas están ahí para apoyarnos. ”
Abel comenzó a asistir a las reuniones y cursos de formación del sindicato, y ahora el les enseña a sus compañeros acerca de los beneficios de tener un contrato. “Para mí, se trata de garantizar tu trabajo”, dice. “Yo sé que si el ranchero no me pide el próximo año, puedo someter una solicitud de empleo por medio del sindicato. Sin un sindicato, si el ranchero no te pide, tendría que esperar o podría perder una temporada de trabajo. “El dice que el contrato también ofrece protección en caso de que se lesione en el trabajo. El sindicato asiste con representación legal, y el abogado del sindicato está disponible para ayudar con el caso y asegurar que los trabajadores obtengan una compensación justa. “Sin el sindicato y sin un abogado, el ranchero podría mandarte de regreso a México, si el así quiere.”
Abel se involucra más con el sindicato cada año, y siempre está pensando en maneras de negociar más beneficios para los miembros. “Si se compara el trabajo del campo a otros trabajos, muchos otros empleos son más fáciles y mejor pagados. Este trabajo nos mata poco a poco día a día. Sufrimos de enfermedades, algunos incluso han muerto. Lo damos todo en el campo, y al final recibimos muy poco. Merecemos mejores salarios, y algún día me gustaría negociar una pensión, para de esa manera asegurar nuestro futuro “.
Otra cosa interesante sobre Abel: él puede rapear. “Me gusta la musica con un mensaje,” el dice. El usa su talento para escribir raps acerca de lo que ha vivido, y también del sindicato. Escuche uno de sus últimos raps acerca de FLOC.
Abel está trabajando lentamente hacia su meta de un día no tener que regresar a los EE.UU. para trabajar. Está construyendo una casa en México, y cada año cuando termina la temporada en Carolina del Norte, el construir un poco más a su casa. “Con el tiempo, me gustaría poder quedarme en México con mi familia, y tener mi propia casa. Quiero que mi hija termine la escuela, y algún día me gustaría tener mi propio negocio “.
Pero mientras esté aquí cada año, Abel se determina a ver florecer el sindicato y ser parte de la mejora de las condiciones para todos los trabajadores del campo. “FLOC es parte de mi vida. Estoy inmensamente agradecido. Y estaré con el sindicato hasta el final.”